Veo
a esa gente de entonces cuando hace algunos años aterricé en una parte de la
sociedad poco conocida, invisibilizada. Conocí a personas luchadoras,
entusiastas, que me han enseñado tanto de la profesión. Y me veo a mí creciendo
en todos los sentidos y con el paso del tiempo me convertí en una de nosotros/as.
Ya
no están todos…
Los
que seguimos tenemos ese punto de complicidad, con sólo mirarnos
sabemos que queremos seguir dando luz a este problema social, a la realidad sin
reparos de las adicciones, a esa lucha que siento que deja de latir con esa fuerza
de los primeros años. Quizás hemos dejado de ser tan soñadores y la realidad de
puertas cerradas y muros chocando en nuestras caras, nos han robado un poquito
de la ilusión que siempre nos ha caracterizado.
Como
cada año, nos vimos de nuevo en cualquier lugar que durante horas hacemos nuestro. No estaban todos, y se
echa de menos algunas caras. Un día al año es muy poco para dedicarnos… Ese
pensamiento siempre me asalta al despedirme. El día a día ha conseguido
abrumarnos, ahogarnos, angustiarnos… Pero siempre con un apoyo mutuo que despunta
ante tanto pesimismo.
Y
vi personas cansadas, caras serias, desganadas… pero para mi alivio vi a otras de
esas que para mí son familiares, amigas, de sonrisas sinceras al cruce de caras,
guiños, diciéndonos un poco aun seguimos
aquí y tenemos que hacer algo para que esto no desaparezca. Y risas
compartidas que nos desahogan un poco de la semana que dejamos atrás,
acumuladas…
Nuestros
propios nombres siempre unidos al apellido de nuestras entidades… Y lo que vi,
es a personas… ya poco importa para donde trabajemos, ahora siento que somos nosotros los invisibles y si nadie nos ve, ellos
también desaparecerán.
Desde mi realismo que se niega a
empaparse de ese pesimismo paralizante… siento que seguiremos en pie para
vernos, para que nos vean.
Dedicado a mis compañeras y amigas de profesión
No hay comentarios:
Publicar un comentario