martes, 24 de junio de 2014

Verano en coma

(dos estaciones en una)

Lluvia otoñal intentando arrancar al verano de su letargo.
Déjalo descansar.
No opines sin saber.
No hagas para después decir… sin querer.
Inspiración vestida de paraguas y gotitas.
Esencia que camina por la acera.
Déjala pasar.
No critiques sin saber.
No te muevas para después decir… sin querer.
Lluvia otoñal burlándose de este verano en coma.
Déjalo soñar.
No hables sin antes escuchar.
No grites para después decir… sin querer.
Verano en coma, 
como tu neurona… 

viernes, 20 de junio de 2014

Su dimensión

(Cabezas altas... siempre)

Estampados sin instrucciones a esa recta empinada, donde nadie nos  avisó de lo alto o lo bajo que podíamos caminar, malabarismos en cables poco tensos.
Insatisfacciones acumuladas. Días de todo, semanas de poco. Noches de encuentro donde las conversaciones giraban en torno a un momento único de conexión, llegando a los mismos estados, a los mismos sentimientos. Al punto de inflexión donde muchos nos  hallábamos buscando cómo salir de esa recta sin torcernos demasiado.
Sobrevivir a un país impuesto que nadie había elegido, sólo esos pocos que parecían estaban en otra dimensión, no oían nada, prohibiendo todo, hasta llevar una chapa de tres colores en tu camiseta. Lo absurdo en todo su apogeo. Y ya no entendíamos nada.
Elegir dejar de hacer o hacer otra cosa se había convertido en un imposible,  dar un paseo era una garantizada caída por las escaleras y el daño nadie te lo iba a reparar, sin sanidad, ni educación, ni manos que agarrar, ni un algodón que ponerte en la herida.
Y a los de los veinte, esos que venían detrás, no sabemos  qué decirles, ya no somos un camino a seguir,  pues nos cerraron todas las puertas que a nuestros padres y abuelos tanto les costó abrir. El camino de piedras quedó y de líneas azules, pagar por avanzar, pagar por todo a base de lo que nos van quitando.
No nos sirve ese teatro impuesto, esos lujos que bien aliviarían a esa gente que tanto dicen quieren ayudar y que jamás se han asomado a ellas… Desde su dimensión no se ve la calle, esa que limpian para pasearse, para no tropezarse con el mundo real… Su rigor, nos lo pasamos por nuestra cultura y educación.

Y ahora nos toca a esas décadas unidas inventar nuevas puertas y no cerrar nuestras bocas…



lunes, 16 de junio de 2014

La Niña de las gafas rojas (Caja de Zapatos, Edición digital 2013)

(Dibujito hecho por mis manitas)

Erase que era un espacio entre rejas, un lugar descolorido, un rincón de niños castigados... Era ese el lugar donde nuestra niña de la caja de zapatos la encontró.
La Niña de las gafas rojas...
El primer día se reconocieron, pues ya se habían conocido en otros tiempos lejanos, pero el lazo de la unión no se había amarrado... ninguna sabía que en ellas estaba... a veces pasa, dicen, con la gente que menos te imaginas... Dicen los que saben también, que estas cosas acaban por pasar.
El segundo día la Niña de las gafas rojas volcó un mar de confianza en la cajita de zapatos... sin pensar demasiado, sin conocerse siquiera, sin más, ¿acaso necesitaba más? Ella no. Entró y allí se acomodó, se quitó sus agobios, se sentó en el suelo y comenzó a llenarlo todo de ilusión... La Niña de la caja de zapatos la dejó hacer, la observaba, cómo era capaz de entrar así en su cajita y dar por hecho que la aceptaría... Ah el mar de confianza donde naufragaba la impulsó lo mismo que la cegaba... La Niña de la caja de zapatos se puso un flotador, por si acaso debía escapar de aquel maremoto, y se sentó a su lado... siempre de espectadora, esperando que empezara la función.
El tercer día la Niña de las gafas rojas traía bajo el brazo su corazón hecho pedacitos, lo puso allí en la cajita, había que pegarlo de nuevo pues algunos seres malvados lo habían destrozado. Como un puzzle de cientos de piezas se pusieron a jugar a recomponerlo. Y jugando y jugando el mar de confianza se calmó, se convirtió en un tranquilo y mágico recipiente donde bebían las dos.
Y descubrieron que era un juego que las unía y les divertía... y así cada día traían a la cajita corazones rotos, vidas desaliñadas, que se dedicaban a reparar como carpinteras del alma.
El cuarto día aprendieron a arreglar también los suyos con risas burlonas, con paciencia, con dedicación... Aprendieron a ironizar a los malvados, a curar los lados malos, a disfrutar de una compañía cruzada casi sin querer...
El quinto día la Niña de las gafas rojas se desorientó, confundía el camino hacia la caja de zapatos... no lograba llegar, perdida pensó que jamás lo lograría... Pensaba que la Niña de la caja de zapatos a otro lugar se habría marchado…
Pero no, esta vez no se había largado. La Niña de la caja de zapatos extrañada encendió un insólito juguete que la Niña de las gafas rojas había olvidado en la cajita... el mar de confianza rebosó furioso, no encontraba el flotador, pensaba que se ahogaba en su propia caja, todo se inundaba, quizás los malvados la habían atrapado y a ella la secuestrarían también... Oh, jamás la encontraría... ¿Por qué habría confiado de nuevo en ellos? Quizás no estudió bien la lección que cada día repasaban. Pero el extraño juguete pitaba y pitaba, la niña no entendía nada...
Y un buen día vio asomar a la cajita unas gafitas rojas... ¿cómo lo había logrado? Tal vez ese raro juguete le había devuelto la orientación, pensó...
Y así continuaron recomponiendo puzzles de emociones, de miserias, de sonrisas, estudiando el alma y sus rarezas, aprendiendo lecciones.

Y pasó el tiempo, y el flotador de la niña de la caja de zapatos por el desuso se desinfló... y en la cajita de zapatos la nueva huésped desde entonces habitó, junto a su extraño juguete siempre encendido para no perderse nunca más...

El sexto día la niña de las gafas rojas ya formaba parte de los cuentos de la caja de zapatos, y así el séptimo, y el octavo... y hasta hoy... No sabemos si el juguete funciona a pilas, esperemos que no.

A Sara Gómez y a su gps que tantas alegrías nos da


sábado, 14 de junio de 2014

Cosas que me pasan por los pulmones, Capítulo I


Todos hablan del corazón, pero nadie de los pulmones,
Sí yo también lo he hecho muchas veces.

Los pulmones esos grandes sufridores de las emociones,
De esa inhalación de la gente nociva que a veces nos rodea.
Aspirando energías negativas que es mejor escupir.
Pero nadie habla de ellos… oh.
Me duele el corazón, escucho a veces… oh.
Y me pregunto: ¿no dolerán los pulmones de tanto rebosar?
De basura exterior, de sentimientos que atrancan la respiración.
Oh cómo duele el corazón cuando estamos mal, oigo…oh.
Y ¿no duele el pellizco a esos pobres pulmones?
Pobres marginados del cuerpo… aislados.

Aspira, aguanta, suspira…
Vacía, vuelca, respira.


Cosas que sí me pasan por los pulmones, abandono mi corazón.

domingo, 1 de junio de 2014

Estado mental: gaseoso


Cables  revueltos, mirada perdida,
Los sentidos aburridos.
Centrifugado mental, banalidades fuera.
Olor a suavizante.
El sueño que no llega,
Dormitar en medio de la guerra.
Los sentidos asfixiados.
El hambre perdida en la nevera.
El reloj desaprovechado.
Día que rueda por la escalera.
Golpe, tras golpe, roto.
No contestar ni a voz ni a palabra,
Silencio se rueda.

Estado mental, muy gaseoso.

sábado, 31 de mayo de 2014

Los Yomimes


No les quites la razón, no les quites siquiera su plato.
Tú no tienes ningún valor, casi no existes antes sus admirables espejos.
No vale tu tiempo, no valen tus gestos.
No valen tus pensamientos, no valen tus sentimientos.
Te enseñarán montones de lecciones, creyendo que sirven para algo.
Maestros de montones de mierdas.
Ejemplos de nada.
No les lleves la contraria, es lo único que escucharan.
No vale tu arte, no vale tu riesgo,
No valen tus palabras, no vale tu acierto.
No vale tu valentía, no vale tu silencio.
Les prohibiría la entrada en todo lugar.
No vales tú.
No vales tú…
Pero si un día los dejaste pasar, corre, lejos, vete.
Seres peligrosos para la mente y el cuerpo.

Homenaje a los yomimes que tanto me han enseñado en la vida.





viernes, 30 de mayo de 2014

Cosas que no me pasan por el corazón, Capítulo III

(tenemos dos corazones, que yo lo sé)


O cosas... estancadas en la cabeza,
Presas de un experimento que no salió bien.
El radar estropeado.
La ubicación perdida.
Cosas estancadas desde los pies
Al corazón del estómago.
Agua y sangre torrenciales,
Neuronas apagadas…
Dos corazones en un mismo cuerpo,
Dos que no funcionan.
El del pecho se evaporó, el del estómago se arrojó.
Las cosas que quieren pasar abrumadas están.

Préstame tu corazón.