jueves, 21 de mayo de 2009

Barridos en la periferia de la hermosa ciudad

Yo no digo que la periferia sea fea, yo sólo digo que para hablar hay que saber, y para saber… conocer.
En derredor de la hermosa ciudad hay un mundo distinto a tus ojos, los míos ya se hicieron al lugar, aunque no se acostumbran como crees.
Si miro esos pequeños ojillos yo blasfemo contra todo, no lo puedo evitar. Y miro más allá de su azul y veo, al fin veo que no es su lugar. Pero ¿en qué lugar crees que debe estar este lugar?
Yo no vine a la periferia a salvar y unirla al resto de nuestra bella capital, la capital de la primavera, de los olores a azahar, de los sublimes monumentos, de gente bien vestida, de una elegancia peculiar.
Yo no miento si digo que yo una vez me enamoré de esta ciudad y baila en cada una de mis letras, admirada de tanta belleza, no lo puedo negar.
Y qué hago yo, ¿qué hago yo?
Mi alma cae a mis pies cada tarde al salir de la periferia, rendida, la esperanza perdida, la mente agotada, mis oídos deshechos, por no querer oír más, no oír más, nada más; los ojos nublados por no querer ver más, no ver más, nada más…
Yo no digo que allí todos sean de un aire especial, yo sé que hay de todo en este y en cada lugar, no es sólo un problema social, que es más fácil que querer remediar.
Pero mi cabeza algún que otro día ya no da más, nada más, te mentiría si te dijera que no he intentado escapar de la periferia, de ese repulsivo lugar. Pero mis pasos siempre vuelven hacia atrás, yo no puedo escapar, yo sí quiero remediar un poco más, un poco más.
Mi rabia explota cuando tú no quieres mirar más allá, cuando a ti esto te da igual, cuando no sabes que existe la periferia. Cuando no sabes que pequeñas personas nacen y mal crecen allí, de esas que luego de mayores nos estorbaran a los inquilinos de la hermosa ciudad, que tras fríos muros y sucias rejas más tarde se consumirán en sus propios deshechos…
Sin remediar nada, yo sé que tú te vas, te vas a envolverte en tus olores a azahar, pero yo me quedo en la periferia, sucia, gastada, mi alma cansada y ya nadie me salvará, porque yo, como los habitantes de este lugar, estamos barridos en la periferia de la hermosa ciudad...

2 comentarios:

Bowman dijo...

Tu trabajo es muy duro, entiendo que al acabar tu jornada estés agotada de pelear con todas las injusticias que encuentras, pero veo que te puede la vocación de intentar remediar esas situaciones.
Mi reconocimiento a tu labor, me imagino que con más ilusión que medios.
Un placer encontrarte, hasta pronto.
Saludos

Rocío Guzmán dijo...

Gracias por tus palabras J. Carlos, el placer es mío... me ha gustado mucho tu blog, un saludo