
Ella echó a volar al surrealismo de su libertad, él se quedó magullado, herido, perdido.
Él, el apaleado, ella, la eterna incomprendida.
Se rompieron haciéndose dos trocitos incoherentes el uno sin la otra…
Dos y dos, son dos y no cuatro, pensaba ella.
Uno más uno son dos, pensó él, ellos dos.
Ella vagaba en las ideas, él enfermaba de sí mismo.
La mente y el cuerpo se han separado…
Me dijeron…
Dos sin dos.
Dos sin dos, Rocío Guzmán
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